lunes, 23 de diciembre de 2013

REPERCUSIÓN DE UNA GUERRA CIVIL

  Previa a la realización de este pequeño ensayo sobre las consecuencias de las guerras en la economía de los países, creo conveniente realizar una aseveración, no es otra que las guerras suponen uno de los episodios mas dramáticos  en la historia de cualquier país, a nivel humano, social y económico. Si sus consecuencias tardan décadas en mitigarse, las heridas en el alma de las personas que las sufren permanecen durante todas sus vidas.
  Me decido, después de dudarlo mucho, por analizar las consecuencias que sobre la economía española tuvo la guerra del 36, ya que supuso un episodio particular, ajeno a las grandes contiendas europeas y de cuyas repercusiones, debido al aislamiento secular de nuestro país se tardaría en salir muchos años.
  La economía española anterior a la guerra civil era de tendencia proteccionista a causa de la caída de la inversión extranjera, la crisis agrícola del cereal y las dificultades de la industria textil catalana. Ello desembocó en  medidas de protección tales como una política de protección arancelaria tanto para las nuevas actividades como para las ya consolidadas, se implantaron medidas de apoyo a la producción nacional y por último una política de mayor intervencionismo económico por parte del Estado.
  En este contexto se inició un proceso de industrialización que se vio favorecido por la entrada de capitales procedentes de la repatriación coloniales, la influencia de la primera guerra mundial y las exportaciones de mineral del País Vasco.
  Las bases de la economía resultantes de esta economía proteccionista, durante la primera mitad del siglo XX fue la existencia de una zona agraria interior dedicada al cultivo extensivo con bajos rendimientos, que subsistía gracias a una rígida protección y reserva del mercado interno, destinándose la totalidad de sus productos al consumo interno del país.
Existía por otro lado una zona periférica industrial, que producía fundamentalmente para el mercado nacional, puesto que los costes con los que funcionaba y su productividad le impidan competir en el mercado exterior. Fueron también industrias necesitadas de una fuerte y progresiva protección.
Por último también existía una zona mediterránea exportadora que vendía parte de sus productos al exterior y aportaba las reservas exteriores necesarias para adquirir las importaciones que permitían el funcionamiento de las industrias más protegidas.
  El panorama económico español en los años 30, con una débil industria situada en la periferia y un gran predominio del sector primario, sobre todo cerealista con bajos rendimientos, agravado por la crisis mundial surgida del desastre de 1929, unidos al aumento de la conflictividad social, dieron lugar ante las tendencias ideológicas desarrolladas en Europa a una situación propicia para el inicio de la guerra.
  La guerra supuso una catástrofe económica debida a múltiples factores:
-  Pérdidas demográficas causadas directa o indirectamente por el conflicto. Se calcula en quinientos mil los  muertos, sobre todo entre la población más joven y activa. A ello se une la reducción de la natalidad y el exilio republicano.
-  Destrucción del débil tejido industrial existente, en los años de posguerra la actividad económica volvió a ser básicamente agraria.
-  Destrucción de infraestructuras, vías de comunicación y viviendas.
-  Aumento de la deuda externa y pérdida de las reservas de oro del Banco de España, utilizadas por el gobierno de la República para pagar la ayuda recibida de la Unión Soviética.
La guerra significó una verdadera fractura en la sociedad y en la economía del país que marcó la vida de varias generaciones, agravado por el estancamiento que se produjo en la postguerra debido al aislacionismo internacional y al estallido de la Segunda Guerra Mundial.
La economía española  se basó principalmente en la agricultura, cuyas producciones se destinaron al autoabastecimiento, ya que no era posible importar productos.  El intervencionismo del estado era asfixiante con numerosas trabas burocráticas que impedían aún más el desarrollo de iniciativas privadas, España sufrió un periodo de miseria y atraso que la alejaron del resto de los países europeos que vieron fluir las ayudas de EE.UU. para la reconstrucción de la economía europea tras la finalización de la guerra mundial, de las que quedamos excluidos al no participar en ella.
Ante esta desalentadora situación, el régimen franquista adoptó un modelo autárquico que fracasó, agravando la situación la sequía de 1946. Esto hizo que los alimentos básicos estuvieran racionados, situación que perduró hasta 1951 y que dio origen al Mercado Negro. La falta de capital y de tecnología dio lugar a una industria atrasada y limitada, lo que no impedía los grandes beneficios empresariales a causa de los bajos salarios. La consecuencia de esta precaria situación, que duró más de un decenio, fue que la renta per cápita española, no alcanzó el nivel que había tenido en 1935 hasta 1952.
El desarrollo de la Guerra Fría entre los antiguos aliados va a convertir al Régimen de Franco en un posible aliado frente al enemigo del este de Europa encarnado en el viejo enemigo del régimen, la URSS. Esto va a suponer un punto de inflexión, España, a cambio de la cesión de bases militares, obtenía ayuda económica. pero lo fundamental era que, de esta manera, se rompía el aislamiento.
En definitiva, como queda patente en el caso español, las guerras suponen para cualquier país un drama social, de efectos económicos devastadores del que resulta difícil recuperarse, máxime en el caso de España en el que no se contó con ayuda externa, lo que hizo que la recuperación fuera mucho más penosa.

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